Comparte:

miércoles, 30 de diciembre de 2015

A.M.O.R por la escalada


Era muy temprano, apenas había dormido pero había una idea que le rondaba por la cabeza de manera insistente, que rompía con su ciclo de sueño que tantos meses le había costado formar y establecer. Era un ciclo rebelde que presentaba el primer aviso de aquella desconocida que llegaba hace años. Ahora todo ha cambiado, ahora el insomnio no es más que otro paquete envuelto cuidadosamente en su maleta de viaje.

Como decía, una idea le rondaba la cabeza, de repente quiso iniciarse en la escalada. Sí, no es broma, quería escalar, alcanzar los picos más altos de la adversidad y hacerse con las dificultades que ello conllevaba. La escalada es un deporte que requiere entrenamiento, duro entrenamiento. Una preparación psíquica y física cualificada que criba con ella  los intentos fallidos, que tanto por exceso como por defecto, quisieron un día iniciarse en la escalada, y finalmente se iniciaron en la frustración. Los del exceso, quisieron probar la nieve de la cima sin haber pisado el valle y los del defecto, miraban al cielo esperando que sus sueños alcanzaran algún día aquel vertiginoso pico rocoso del que tanto habían oído hablar. Y allí se quedó, en palabras y sueños que volaban hasta la cima.
Para ella era distinto, desde hacía tiempo buscaba un estímulo que le hiciera salir de la vía mesolímbica dopaminérgica, ese caminito amigdalino que le hacía entrar una y otra vez en lo que la gente de a pie denomina “circulo vicioso”. Lo cierto es que estaba mareada de tanto girar en aquel círculo y buscaba desesperadamente un estímulo que le dejara salir de las redes centrípetas de un camino sin fin. Por todo ello, para ella, era distinto.

En primer lugar, la escalada no era algo ajeno del todo, era experta en construir murallas acorazadas en torno a sus emociones, pero nunca había probado a subirlas por su propio pie y ver qué había al otro lado. Os diría lo que se estaba perdiendo, pero como he dicho, nunca había probado a comprobar qué había al otro lado.

sábado, 7 de noviembre de 2015

El tinto placebo de la desinhibición

Coge una botella, de esas tímidas de reserva, alargada y de contenido rojizo. Deposita en ella tu ilusión, tus ganas, tus deseos, tus vergüenzas, tus miedos y tus pasiones. Cúlpala, es la excusa perfecta para ser quien realmente eres, la responsable de que hagas lo que realmente quieres. Solo o en compañía, mejor en compañía, así hay testigos de que hubo una culpable.

La corteza prefrontal encontró el botón de apagado, sumergido bajo las últimas gotas del contenido rojizo de tu botella. Desinhibida y fuerte, más que nunca, Quítate la ropa, suavemente sin pensar en el pasado, sin pensar en el futuro y menos sin pensar en el presente. Recorre su cuerpo con la mirada, despacio y poco a poco, tras la tercera copa, saborea cada uno de sus lunares y jura no arrepentirte al día siguiente, cuando solo queden vasos vacíos y una cama deshecha.
Él te mira y tú te resistes, siempre te gustó hacerte la dura, pero sabe cada uno de tus puntos débiles, cada una de las puertas que aun cerradas con blindaje, una mirada puede abrir. Que se olvide de romanticismos, de adulaciones y de poesía, no naciste para poesía, no necesitas que te engañen con caballería. Cuarta copa, el muro va cayendo, resultó ser que el amurallado de tu corazón se va derrumbando a la vez que tu misma lo reconstruyes con piedras de cartón.
Quinta copa, dosis suficiente para que el mundo ya no exista, ni tu mente ni tu razón tienen derecho a tomar la palabra, se encuentran castigados bajo la dominación de tus curvas.
Sexta copa… seis…sea….se….sssssshhhhhhhh


Ella le echaba la culpa a aquella tímida botella, ella le echó la culpa al vino, ella necesitaba echarle la culpa. Ambos sabían que era zumo de tomate. Ambos sabían que ella necesitaba echarle la culpa para ser quien realmente era. 

sábado, 24 de octubre de 2015

Al estudiante de medicina


He conocido a muchos estudiantes de medicina, a muchos, creedme. Un perfil muy peculiar, digno de admirar, digno de odiar. Como ya sabéis, admiro las contradicciones al igual que la palabra “paradójico”. Al menos eso me comentan los pocos lectores que tienen conocimiento de este blog. Gente fantástica, gente admirable, gente peculiar, como el estudiante de medicina.

Los tiempos han cambiado, vamos que si han cambiado, al menos eso decía mi abuela con su cinta de video escacharrada, a la cual admiraba con locura por haber sido comprada en la “tele tienda”. En fin, los tiempos han cambiado. El nuevo estudiante es un número, un 14, una angustia vital que de manera lógica lucha y vive por y para su número, su querido catorce. No le queda otra, el estudiante de medicina es, un número catorce.

Desde pequeño, sea la causa que sea, en su mayoría un perfeccionismo extremo que siempre le hace estar en la cima académica, le hace plantearse estudiar medicina. Este niño vale, ¿Cómo iba a estudiar otra cosa? Es un niño catorce. Y así empieza la lucha por llegar, una lucha en la que muchos de ellos nunca llegan a encontrar la etiología de su finalidad.



No me gusta generalizar, precisamente al estudiante de medicina se le enseña que no existen enfermedades sino enfermos, aunque la enfermedad del enfermo de medicina sea bastante similar en cada uno de sus sujetos. Como no me gusta generalizar, habría que mencionar la vocación, una vocación innata que uno entre diez desarrollan a lo largo de su infancia, que al igual que los efectos adversos del omeoprazol, uno de cada diez desarrollan en su niñez.

Otros pocos se lo plantean cuando sus neuronas y sus hormonas han decidido centrarse definitivamente, aunque definitivo nunca hay nada, llamémoslo así, definitivamente. Otros, la gran mayoría desafortunada, deciden hacer medicina después de ver que realmente son capaces, que realmente son un catorce y que, ¿cómo iban a estudiar otra cosa?
Afortunadamente la carrera hace un gran cribado entre estas estadísticas y rescata de la bolsa de la incapacidad de decisión a muchos, muchísimos estudiantes que descubren que verdaderamente esa era su vocación. Y así, definitivamente comienza la carrera hacia la vida.

En la carrera encuentras de todo. El nombre de carrera se le adecúa a la perfección. Carrera por la competición no por lo académico, ¿qué os pensabais?.
En cuanto a los estudiantes, a los que va dirigida esta entrada, la competición es larga, tanto, que la adaptan a su vida hasta el punto en el que se consideran a sí mismos “no competitivos”, hasta que dejan de ver una realidad en la que derrotar al adversario es siempre necesario para sobrevivir. Pocos, como dije, incumplen esta normativa. Esos pocos a los cuales admiro considerablemente simplemente se limitan a sobrevivir.  

Me ha sorprendido conocer a muchos estudiantes de medicina, para bien y para mal. Siempre dije que hay dos tipos de personas, regla tácita que se cumple cada vez más en esta competición hostil. Los niños catorce no pueden dejar de ser catorce, no pueden dejar de ser UN catorce, solo uno, y por mucho que no quieran, la propia carrera les fuerza a ser el mejor, a llegar a la cima académica como he comentado.

Un momento, para, frena, hablamos de MEDICINA. Si no fuera porque viene en el titulo creo que no me hubiera percatado de que estamos hablando de salud. Salud humana, personificada, individual e independiente de cada persona. ¿En qué momento hemos perdido esa esencia?

El hecho es que existen dos tipos de persona, dos tipos de estudiantes como ya he dicho repetidamente, el lector de libros, de puntos y comas, de gráficas, de tablas. El que se sabe a la perfección los ángulos que forman las articulaciones costovertebrales, algo siempre relevante.  Por otro lado, el estudiante inteligente, a mi juicio el que merece el mayor reconocimiento aunque sus notas sean bajas, raspadas o normales. Con normales hablo de notable, un siete, la mitad de catorce, muchos dirían que está bien pero en medicina es más mediocre que otra cosa.

 El estudiante inteligente, sí, no habéis entendido mal, el de los sietes mediocres, es un estudiante con ojo clínico. No es estudiante, es médico sin saberlo. Su mirada supera las líneas del Harrison y levanta la vista para ver a su paciente, a la PERSONA que, nerviosa, distante, impaciente, aterrada mira al médico esperando un diagnóstico certero. Un diagnostico que no aparece en el capítulo del Harrison. Aun no existe el capítulo Maria Magdalena López García.
Maria Magdalena Lopez Garcia se puede marchar de dos maneras de la consulta. Como dije, hay dos tipos de persona. María Magdalena se marcha un día triste, desesperada, incomprendida y un tanto cabreada con el sistema sanitario de su país. Su médico no levantó la mirada del ordenador, María tenía vaginitis, cómo iba María a explicarle eso a un ente, a un catorce que miraba orgulloso las líneas de su historia clínica.
Sin embargo, otro día, Maria se marcha orgullosa, satisfecha, identificada con su médico. Éste mira, atiende, escucha activamente. 
Era un estudiante de sietes.  Un estudiante mediocre.


viernes, 23 de octubre de 2015

Te miro mientras duermes



Eres un muro, un cimiento, una gran roca. Nadie puede acceder a ti y nunca dejarás que lo hagan, o eso pretendes. Das la mano a saludar, la distancia ante todo, la educación por encima de cualquier cosa. Seriedad, valentía, firmeza. Mucho que demostrar, mucho que imponer. Creas liderazgo, creas seguimiento, creas respeto, odio, confusión  y a veces incluso miedo. 


Tu físico acompaña a tu carácter, grande de pies y manos, grande de estatura, grande de mente y grande de corazón… ups, siento de verdad haberlo dicho tan pronto… continuemos con la descripción de mi gran amigo muro.

Mi gran amigo muro no habla por el móvil, no entiende muy bien qué es el WhatsApp, es un señor hecho y derecho metido en un cuerpo de 20, pero es mi señor hecho y derecho.

Se despide diciendo cosas como: “un saludo”, “que te vaya bien”, “mantenemos el contacto”. Frases muy cordiales y muy lógicas siempre y cuando no se digan después de hacer el amor. Mi amigo el muro no quiere enamorarse, enamorarse es de débiles. Mi amigo el muro nunca besa después de hacer el amor. Nonono, jajaja qué digo, después de follar, porque él no sabe lo que es hacer el amor, pues es una palabra que le da demasiado miedo como para probarla. Mi gran amigo muro no quiere querer ni ser querido, ha sufrido demasiado como para dejarse querer. Mi gran amigo muro es independiente, es autosuficiente y no necesita ayuda alguna, no necesita persona alguna, salvo su cigarro Malboro, que sostiene rígidamente entre su anular y su corazón después de haber prensado cuidadosamente el tabaco del interior.

Mi gran amigo muro mantiene relaciones superficiales, abuelos, abuelas, madres, padres, obreros, niños, novios, exnovios... todo el mundo le quiere. Todo el mundo cree conocerle sin saber quién es. Todo es una trama cuidadosamente formada desde el 1 de febrero de 1995. Todo el mundo sabe que le pasa, ¿cómo no lo van a saber? Le conocen, o eso cree. Repito, le conocen sin saber quién es. A mi gran amigo muro no le conoce ni él.

Las puertas de mi gran muro, quiero decir de mi gran amigo, se han abierto por un momento. Se han abierto poco a poco, de repente, un 14 de agosto cayó su muro de Berlín, que empezó al experimentar el flujo continuo de sus dos facetas: La interna, a la que ni él conoce, y la superficial, Esa a la que todo el mundo admira, incomoda u odia.

Mi gran amigo muro, perdón, ese que ya no es tan muro, es un doble de mi gran amiga, muro también. Quizás sea ese el motivo por el que se lleven tan bien. Del mismo material ambos muros se han ido a juntar, mejor, se han ido a abrir. Ahora no hay dos flujos revoloteando sino 4. Todo es demasiado complicado como para filosofar acerca de ello, o mejor dicho de ellos.

Ahora el que no era constante pareció serlo cada vez más, el rígido disfruta de estar tumbado, piel con piel, caricia con caricia. El que no expresaba sus sentimientos es capaz de disfrutar, de estar a gusto y lo mejor, de tener silencios cómodos. Quién los comprara… esos silencios por los que lucharía una y otra vez. Esos desnudos silencios en los que una mirada resume en un segundo por qué quiere mantener ese silencio.

Ahora mi gran amigo suelta, de vez en cuando, el cigarro por besarla. y es que mi amigo se muere por besarla, se muere por desnudarla, por acariciarla y por hacerla el amor hasta desgastarla. Ah, se me olvidaba, mi amigo ya no folla, mi amigo besa después del sexo. Mi amigo disfruta, mi amigo le da la mano en señal de refuerzo. Y ella, como su doble que es, le corresponde de la misma manera.

Mi amigo el muro ha dejado de ser muro, solo con ella, solo a ella. Mi amigo el muro se ha quedado dormido mientras ella miraba las estrellas. Mi amigo el muro no sabe que la quiere más de lo que cree porque ella también le quiere a él.
Ella le mira mientras duerme.
Continuará…. Lo prometo


Gracias a ti

El objetivo de esta tarde perdida era finalizar escribiendo tres entradas. La más reciente y la que más acontece ahora mismo después de dar por finalizado este día perdido es la que escribo a continuación, dedicada a mi compañera de viaje a la que muchos empezáis a conocer.

El tirulo de mi entrada, Gracias a ti, del que se excluye la introducción:

Disfruto de mi carrera, disfruto de mis amigos, disfruto de mi familia, disfruto del sexo, sí, disfruto mucho del sexo. Disfruto de mi ocio, de mi tiempo, de mi ciudad, de lo que me rodea, de lo que tengo y de lo que deseo tener. Disfruto de todo aquello de lo que puede disfrutar cualquier persona si se lo propone. Disfruto cuando me dejas disfrutar.

Gracias a ti doy mi día por perdido. Gracias a ti pienso en lo que podría haber disfrutado y no en lo que he disfrutado porque lo cierto es que no he podido hacerlo. Gracias a ti el tiempo pasa demasiado rápido como para pararme a pensar por qué debería pasar más lento, mejor dicho, por qué debería parar.

jueves, 8 de octubre de 2015

Hoy te habla ELLA

HOY TE HABLA ELLA


Tiene una voz estridente, paradójicamente amable pero agresiva. No se anda con tonterías, no distingue las distintas armonías. Ahora mismo ni piensa lo que escribe, ni piensa lo que dice, ni piensa lo que hace. Tan solo procura no caerse entre las vertiginosas curvas que atraviesa en su carrera de velocidad, esperando encontrar la meta en lo que algunos llaman “tranquilidad”. Aún no se conocen, pero cada día ansía más poder llegar.

jueves, 1 de octubre de 2015

Nunca he sido muy afín a la religión

Nunca he sido muy afín a la religión. Mucho menos al proceso mental que esta conlleva, pues es la madre del sentimiento de culpa con el que, de manera innata, nace con la sociedad occidental, que año tras año vive con una mochila judeocristiana a sus espaldas. 
Un marco “sociopoliticopsicocultural “que tantos filósofos han avalado, que tantos filósofos han criticado.

Nunca he sido muy afín a la religión. A día de hoy, 365 días después de que fallecieras, sigo sin serlo.


Nunca he sido muy afín a la religión. Sin embargo, la vida es lo suficientemente complicada como para querer complicarla más y crear una versión dicotómica de la misma. 
El ser humano necesita transcender, y lo que es más importante, el cerebro necesita creer, crecer, dar sentido y controlar cada pequeño detalle que intente salirse de la explicación lógica de la razón.

sábado, 26 de septiembre de 2015

Por si no te veo mañana


Puede ser que pensar las cosas una y otra vez lleve al ser humano a actuar como es debido, como es “éticamente correcto”, teniendo en cuenta las consecuencias y las posibles repercusiones que pueda tener una determinada acción. De hecho, esa sigue siendo la causa principal que nos diferencia de los animales, precisamente porque el ser humano es el único animal que es consciente de que posee consciencia. En otras palabras, es un ser racional.
Sin embargo, para esta entrada me gustaría dejar atrás toda esa racionalidad, que sí, es muy bonita pero no explica esa infinidad de cosas que giran alrededor de las acciones humanas.
 Recuerdo una clase de psicología en la que nos intentaron explicar los sentimientos de manera biológica, siguiendo la ecuación de A + B = AMOR. Todo tiene su correlato biológico y neuronal, obviamente nuestro cuerpo funciona, no deja de experimentar el cambio pero no es solo eso, mejor dicho, eso probablemente sea la consecuencia de un montón de factores que nos andan acechando sin que seamos conscientes de ellos.  De tal manera que a mí, particularmente, me gustaría dejar atrás las matemáticas.
Pido perdón de antemano a aquellas mentes cuadriculadas que necesitan legislar matemáticamente absolutamente todo para no perder el control.

«En general, no hablaré de deber. Este lenguaje es a propósito para dirigirse a niños o a pueblos que se hallan aún en la infancia, pero no a hombres que se han asimilado todas las luces de un siglo llegado a la mayor edad. ¿No es una contradicción palpable decir que la voluntad es libre, y prescribirle, sin embargo, leyes, con arreglo a las cuales debe querer?
Arthur Schopenhauer

lunes, 21 de septiembre de 2015

Cuando la superación te miente.


Me parece curioso como en el día de hoy las casualidades han decidido montarse en el tiovivo para girar en torno a la misma materia, sacando a la luz todos aquellos temas que pasean alrededor de mi amígdala desde hace un tiempo.
Escuchando una charla en un congreso médico, una psiquiatra militar hablaba de la “retraumatización”: un concepto que gira en torno al cómo entran en juego las vivencias personales anteriores, la personalidad y la vulnerabilidad emocional de cada sujeto a la hora de afrontar un trauma.
Una charla muy enriquecedora que me hizo recordar que hace un tiempo me adueñé de una fase que a mi parecer es una de las pocas verdades absolutas, por no decir la única pues no creo mucho en los absolutismos: “lo único irreversible en este mundo es el conocimiento” (a lo que podríamos añadirle la muerte pero a decir verdad, no quedaría tan bonito).

sábado, 19 de septiembre de 2015

Esto también pasará. El anillo del Rey

Cura sana culito de rana, seamos niños adultos.
Una antigua leyenda cuenta que un famoso rey decidió reunir a sus principales sabios y eruditos en un conclave para solicitarles un favor. "Acabo de traer un gran anillo de mi última conquista" dijo el monarca; "es muy valioso y además me da la posibilidad que puedo guardar algo más valioso aun, en su interior. Necesito que ustedes, al final del día, me den una frase que sea lo más sabio que ningún mortal haya escuchado jamás.
Quiero que arriben a una conclusión de sabiduría y luego lo escriban en un papel diminuto. Luego, yo guardare esa frase en mi anillo. Y si algún día, el infortunio permitiera que me encuentre en medio de una crisis muy profunda, abriré mi anillo y estoy seguro que esa frase me ayudara en el peor momento de mi vida".
Así que los sabios pasaron el resto del día debatiendo cual sería esa frase que resumiría toda la sabiduría que ningún humano había oído jamás.
Cuando cayó la noche, uno de los eruditos del reino, en representación de todos los demás, se acerco al rey con una frase escrita en un pequeño papel. "Aquí esta, su Majestad. Solo tiene que guardarlo en su anillo y leerlo en caso que una gran crisis golpee su vida y su reino".
El monarca guardo el papel en su anillo y se olvido del tema. A los pocos años, el reino era saqueado por los enemigos y el palacio reducido a escombros.
El rey logro escapar entre las sombras y se oculto entre unas rocas, en las afueras de su devastada corte. Allí, observando un precipicio, considero la posibilidad de quitarse la vida arrojándose al vacío, antes de caer en manos enemigas. Fue cuando recordó que aún conservaba el anillo, decidió abrirlo, desenrosco el diminuto papel y leyó, “Esto también pasara”. El rey sonrió en silencio, y cobro ánimo para ocultarse en una cueva, en medio de la oscuridad, hasta que ya no corriera peligro.
 
La leyenda dice que veinte años después, el rey había recuperado todo su esplendor, a fuerza de nuevas batallas y conquistas. El trago amargo había quedado atrás, y ahora regresaba triunfante de la guerra, en medio de vítores y palmas de una multitud que no dejaba de ovacionarlo.
Uno de los antiguos sabios que caminaba al lado del carruaje real, ya anciano, le susurro al rey, "Su majestad, creo que hoy también debería volver a mirar el interior de su anillo". "¿Ahora?" "Para que habría de hacerlo? No estoy en medio de una crisis, sino todo lo contrario", replico el rey. "Es que esa frase no solo fue escrita para los momentos difíciles, sino también para cuando crea que todo lo bueno pareciera que ha de perdurar por la eternidad".
El rey, en medio de los aplausos, abrió el anillo y volvió a leer, “Esto también pasara”, y descubrió en ese mismo instante, que sentía la misma paz que tuvo cuando estaba a punto de quitarse la vida. El mismo sosiego, la misma mesura lo invadió por completo.
 Aquel día descubrió que la frase que los sabios le habían entregado era para leerla en las derrotas y por sobre todo, en los tiempos de victoria.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Café descafeinado con sacarina y leche desnatada por favor.

-        
Cada vez es más común ver como las restricciones están a la orden del día. El gordo quiere ser flaco, el flaco quiere coger algún kilo, el tímido ansia ser extrovertido mientras el extrovertido aprender a callar cuando debe. Pero lo que es más importante es que en muchos de los casos, las restricciones se deben a una necesidad de prevenir o minimizar las consecuencias de un determinado estado de salud, o mejor dicho, de “in-salud”, que es a lo que está sujeta la sociedad occidental.

Bien, existen dos tipos de personas: las de Coca-Cola y las de Pepsi, las de Nesquik o Cola- cao, las de pizza o hamburguesa y por último, intentando pasar desapercibido, las “pro-medicamentos” o “anti-medicamentos”. Es cierto, en esta vida hay, definitivamente, dos tipos de personas.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Manifestación a mano armada


Las manifestaciones: un brote de esperanza, de hacerse notar, de fusionarse por un bien común. El hombre no es hombre si no es entre hombres decía Aristóteles. El hombre no es hombre si no se siente un ser social, si no se siente un ser libre.  Así pues batallones de mentes unidas por una causa luchan con el objetivo de hacerse notar, de vencer a la impotencia de ver cómo el mundo va pasando de manera egoísta sin contar con ellos, esclavo de cuatro poderosos que creen que su monedero es la correa de una mascota llamada tierra.

Al igual que la injusticia mueve a las grandes masas a luchar por un bien común, por una ilusión de cambio y de conseguir un mundo mejor, la ansiedad también toma el papel del pueblo insatisfecho con las leyes que le llegan desde arriba, desde un contexto que le es imposible manejar.

Únicamente un suboficial militar llamado “yo racional” o “yo pensante” es capaz de controlar a nuestra querida amiga y evitar una respuesta desmedida hacia el rango más alto, que al fin y al cabo es aquel contexto del que os hablo. Me refiero al máximo oficial que arremete con los manifestantes que intentan avanzar cada vez más rápido hacia este general llamado “contexto” o como queráis llamarlo, para evitar que se salga con la suya, un contexto abstracto al que muchos llaman inevitable destino.

¿Y quiénes son esos manifestantes? Con sus máscaras, escondiendo su identidad, temerosos de ser penalizados gravemente y no poder continuar con su cometido. Pues bien, represiones, frustraciones, que en este tipo de contexto se convierten en agresividad, gritando sin parar: - “que  viva la lucha de la clase obrera”...

Y aquí estoy una noche más intentando llegar con un acuerdo con los manifestantes que momentáneamente bajan la guardia hasta nuevo aviso.


Hasta mañana 

sábado, 12 de septiembre de 2015

...Introduzca el título de la entrada...




Del cajón desastre de mi mente saqué mis sentimientos, mis pensamientos y mis emociones, las cuales no recordaba haber guardado; y escribiendo sobre una aceitosa servilleta de la cafetería “Madriz”, decidí empezar este blog que tanto y tanto andaba enredando en mi mente sin ninguna salida práctica hasta ahora.

Como decía, del cajón desastre de mi mente saqué mis sentimientos, mis pensamientos, mis emociones y todo aquello que derrumba a la metódica ciencia de un suspiro. Un suspiro de angustia, liberación, preocupación, desahogo o ilusión dependiendo de cómo giren las nubes ese día. Qué disparate... ¿qué tendrá que ver el viento de un suspiro con con las nubes? ojalá fuera así de sencillo.

¿Por dónde iba?… ah sí, la metódica ciencia, esa que  después de la envidia,  pero envidia de la mala, de la que solo busca derrotar al adversario, intenta esconder esos sentimientos, unos compañeros de viaje diarios que provocan un reencuentro con el organismo como si de un nuevo amigo se tratara. Una amistad cada día  distinta, impredecible y bastante difícil de definir, pues anda perdida en el ciclotímico laberinto de la contradicción.