Comparte:

jueves, 9 de marzo de 2017

La voz silente

Probablemente no me estés mirando, únicamente  abras escuchado un murmullo que responde a tus docentes masculinas preguntas. Perdón, debo corregirme, habrás oído un murmullo en el ambiente. Un murmullo que se verbaliza en la boca de otra persona... Lo siento de nuevo, sigo sin acostumbrarme, en la boca de ÉL; el hombre, el cirujano, el estudiante, el doctor, el especialista, el, el el… ese mismo ser que decide tener hipoacusia innata para voces como la mía.


Soy la voz silente. Ni rosa, ni aguda, ni tímida, ni sumisa, ni débil. Ninguno de los adjetivos que acostumbráis a ponerme. Simplemente soy la voz silente. No me denomino así por voluntad propia, la verdad es que mi voz es estridente y pide a gritos reconocimiento. He puesto en boca de OTROS mi saber. Es la única forma de poder ser objeto de atención.

Voy a dejarme de metáforas, esta no es una ocasión para que adivinéis ningún doble sentido.
Tengo vagina, una suerte para mí y una desgracia para otros. Me identifico como mujer, lo que es espléndido, y me identifican como mujer, lo que a veces supone una lacra.


Puedo manifestarme tal día como hoy, puedo gritar a los cuatro vientos y demostrar quién soy pero nunca servirá de nada si vuestros oídos se tapan con odio y vuestras transmisiones cerebrales se bloquean con prejuicios.
Es realmente sucio y denigrante. Solo espero que algún día despertéis, lo cual dudo que suceda. Lo que realmente espero es que las generaciones sucesivas no os conozcan nunca. Necesito eliminar cualquier oportunidad de contaminación. Luchemos por conseguir un campo aséptico.


Atentamente, una cirujana, para vosotros, la voz silente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario