Buenas tardes a todxs, veréis...
quisiera pedirles un poco de imaginación. Un poco de fantasía, de esa que protagonizaba
nuestra realidad en tiempos prematuros:
Se habla de un paisaje, un cañón, un accidente geográfico
excavado por un caudaloso río a lo largo
del tiempo, que deja consigo una profunda hendidura con paredes verticales. Vertiginosos
relieves y una clara separación entre las dos superficies rocosas: una marca el
norte mientras la opuesta, separada por el río, marca el sur.
Una fina cuerda aún mantiene
unidas dichas superficies, de dicha cuerda cuelga un trapecio y de dicho
trapecio se balancea un trapecista. Una mente indecisa que debate hacia qué
lado saltar.
Un trapecista se columpia en el cañón
de la incertidumbre. Su cuerpo se ha acomodado al vaivén del movimiento. De un
lado a otro, ida y vuelta, vuelta e ida, un vaivén constante...
Él espera encontrar
la decisión más acertada pero lo cierto es que ya no recuerda el momento en el
que empezó a columpiarse. Se debate entre la normativa, fija, cómoda y
aparentemente estable y la novedad sentimental, de la emoción y de lo
incontrolable por la razón.
El sol sale cada mañana por el
este, a su derecha, perpendicular a la trayectoria de su movimiento. El sol,
cada mañana, ilumina su hemisferio cerebral derecho; dícese de aquel
responsable de la información creativa, emotiva, colorida quizás y
estrepitosamente abstracta.
Por las mañanas, suele elegir la
vertiente norte del cañón. Se convence a sí mismo de arriesgar lo establecido
para saltar a aquel terreno que aún no conoce y teme conocer: sensaciones de
valentía y decisión empujan su trapecio pidiendo a gritos terminar el mortal en
aquel relieve. Un relieve que había conseguido rozar anteriormente en escasas
ocasiones, pero que le había dado una ligera impresión de cómo sería su vida
sin pensar en el cuadrilátero ideológico que le encerraba hasta aquel
momento. Aquellas horas fueron bastante
inspiradoras.
En la actualidad es medio día, el sol ha alcanzado
su culmen y comienza su retirada, iluminando con su trayectoria el hemisferio
cerebral izquierdo de nuestro trapecista. El hemisferio de la lógica y la
razón. Hemisferio elegido por Descartes, anteriormente por Platón y otros
descendientes socráticos, actualmente elegido por los que denominamos
"matemáticos". Seducidos por la geometría, la perfección y la NORMA.
En este momento, las emociones
irracionales, al igual que el sol ya han quedado en el olvido, mientras la
certidumbre y la lógica gobiernan su mente. Le acercan cada vez más al lado
opuesto del cañón:
La zona sur, geométricamente perfecta y lógicamente compuesta.
En esta ciudad predomina la sobriedad y la seguridad. La certeza de que todo
saldrá bien, si y solo sí la ecuación se cumple tal y como dicta la razón. Él sabe que en esta vertiente nada puede
salir mal pues todo está prescrito. Puede olvidarse de cualquier distracción o
inestabilidad pues la ciencia nunca se equivoca… ¿o quizás sí?
Han pasado varias horas, la noche ilumina paradójicamente el
cañón. El trapecista duerme, sin columpiarse, sin debatirse. De pronto, se
escucha una canción, parece provenir de la cara norte del cañón:
“Ahora que he aprendido a
desaprender las reglas y que todo temporal nos regala una enseñanza…” Ahora que
te encuentro, Ismael Serrano.
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