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lunes, 21 de septiembre de 2015

Cuando la superación te miente.


Me parece curioso como en el día de hoy las casualidades han decidido montarse en el tiovivo para girar en torno a la misma materia, sacando a la luz todos aquellos temas que pasean alrededor de mi amígdala desde hace un tiempo.
Escuchando una charla en un congreso médico, una psiquiatra militar hablaba de la “retraumatización”: un concepto que gira en torno al cómo entran en juego las vivencias personales anteriores, la personalidad y la vulnerabilidad emocional de cada sujeto a la hora de afrontar un trauma.
Una charla muy enriquecedora que me hizo recordar que hace un tiempo me adueñé de una fase que a mi parecer es una de las pocas verdades absolutas, por no decir la única pues no creo mucho en los absolutismos: “lo único irreversible en este mundo es el conocimiento” (a lo que podríamos añadirle la muerte pero a decir verdad, no quedaría tan bonito).
Una vez más las casualidades seguían girando en mi tiovivo; La comparación, dado el motivo de la charla, aunque impactante, es bastante ilustrativa, pues habla de aquellos pacientes que han experimentado un gran trauma en catástrofes sociales como puede ser el 11-M o el atentado de las torres gemelas. Estos pacientes, son capaces de re-experimentar una y otra vez el proceso traumático que vivió con la llegada de nuevas situaciones complicadas que no tienen por qué tener relación con el proceso traumático en concreto.
En otras palabras, un nuevo trauma, por leve que sea hace florecer aquellos anteriores que quedaron en el pasado y que ilusoriamente, de manera parcial habían conseguido entrar en el cajón del armario que siempre queda entreabierto: el de la superación.
De la misma manera que un olor, un sabor o cualquier otro estimulo provocan la vivencia real de aquel momento traumático, el encuentro de frente con la causa de un problema hace que todos aquellos calcetines que estaban incomodos en el cajón de la superación se desplomen a modo de estampida sobre la alfombra de la apariencia externa que pretendemos dar.
“me temblaron las piernas” “el corazón se me salía del pecho” “el estómago me quiere comer”
Son comentarios típicos de personas que como tú y como yo, experimentan ese enfrentamiento que les hace volver al paradigma traumático que creían haber olvidado.

Y tras esto, dos opciones, pienso; recoger los calcetines uno a uno y guardarlos de nuevo o echar a correr y comprar otro armario… - sí, no, voy, no voy, me arriesgo, desaparezco- otra nueva indecisión que decide montarse en el tiovivo, que aunque no lo creáis, no ha dejado de girar.
Finalmente, después de la grandiosa charla, aprendimos a desvincular el estímulo del recuerdo del trauma, al fin y al cabo, para desvincular el dolor del olor, solo hay que desprenderse de la “D”.



Después de acabar mareada en aquel tiovivo conseguí decir HOLA y cerrar un poco el cajón de los calcetines. 


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