Comparte:

viernes, 25 de noviembre de 2016

Tuve una cita con el pasado

Hace poco tuve una cita con el pasado

Llevo pensando varios meses en hablar de lo que fui y de lo que soy ahora, de lo positivo y de lo negativo, de las idas y venidas y sobre todo, de la gente que me acompañó y que me acompaña.
No pretendo darle un tono negativo ni pesimista, es simplemente una reflexión evolutiva, crítica y real… Probablemente, dado que hablamos de mi realidad, solo sea real para mí. Sin embargo me permito el lujo de explayarme sin pensar en nadie más pues no pretendo ser escuchada ni mucho menos aprobada.


Es curiosa la manera que tiene el ser humano de olvidar, de vaciar de la mente los malos momentos que crean un espacio innecesario para dar paso a nuevas experiencias. Nuevas emociones, nuevas reflexiones y nuevas peleas que volverán a ser olvidadas en un futuro. Creí que todos aquellos recuerdos emocionales desaparecían en la incertidumbre de la ignorancia, la cual ignora que en algún momento sucedieron. 
Como acostumbro, me encanta enredarme en mi enredo.

En fin, lo cierto es que me equivocaba. Tengo la rara costumbre de recordar únicamente lo “insípido”, creyendo haber olvidado lo emocional, ya sea doloroso o simplemente visceral. He podido comprobar que Freud, y no me etiquetéis por este atrevimiento, no estaba equivocado al hablar de represión. Hay algún lugar escondido donde van a parar todas esas sensaciones viscerales obligadas a desaparecer por la cognición.

Hace poco tuve una cita con mi pasado, pretendía demostrarle que no existía emoción alguna y que tan solo quedaba el resquicio racional de lo que fue. Que mis dotes de madurez y aprendizaje durante todos estos años me habían enseñado a no pensar en él y seguir avanzando como si solo quedaran ecuaciones matemáticas de su recuerdo.

El pasado me enseñó mi profunda equivocación. Con tan solo balancearse de un lado a otro abrió el candado de la represión y afloraron nueva e impulsivamente todas las sensaciones que guardaba, con más fuerza que nunca, acribillando esa absurda ecuación simplista que las reprimía.

Mi pasado me miró y me besó.
“Ya estás en casa, te he echado de menos”


domingo, 10 de julio de 2016

Porque todo pasa, y esto también pasará



Entre antiepilépticos, antipsicólitocos, anticoagulantes, antiestrógenos me encuentro estudiando, escuchando la alegría de la gente veraneando, y disfrutando de este cálido julio.
 Mis gerundios y Yo disfrutamos a mi manera.
Habiendo inaugurado la temporada de andar en bragas por la casa y sintiendo  cómo pasa el tiempo delante de mis hermosas tablas de farmacología. Interminables por cierto, algo "extrañamente" me ha distraído. 
En esa interminable cuadrícula con nombres incoherentes que hasta juegan a ser graciosos y burlarse de sus lectores, el azar ha saltado en mi ordenador, mostrándome esta canción. 
Creo que define muy bien una de mis primeras entradas, inspirada en una leyenda de un antiguo Rey, cuya fábula fabulosa viene a transmitir que, sea lo que sea, todo pasa, y todo pasará

jueves, 12 de mayo de 2016

Hice de tí mi hogar



Una noche más que me desvelo por soñar que estoy despierta y al final, lógicamente, me despierto pensando que mi realidad era mi sueño y que mi despertar tan solo una ficticia porción de aquel marco en el que había elegido vivir por un instante. Entre dormida y despierta, despejada, ansiosa pero a la vez desconcertada por despertarme en una realidad equivocada, que, sin embargo, resultó ser la mía, comencé a pensar, filosóficamente ciega por las legañas que aun cubrían mi rostro, acerca del “sentirse en casa”.  Ya os digo,  queridos madrugadores que compartan mi sensación,  que son las 6 am de la mañana, que probablemente no entienda nada después de dos horas y que tras haberme dado un buen golpe con la puerta intentando alcanzar el servicio, lo primero que me ha salido ha sido escribir. Si, probablemente no entienda nada.

Tras el golpe con la puerta, pues creía estar en mi cuarto, en mi baño, con mi pijama; resultó que me había equivocado de cuarto, de baño y de pijama. Rectifico, puede que no fuera una equivocación y que únicamente haya arriesgado impulsivamente mis palabras a pronunciar ese determinante posesivo que tantos problemas ha traído a lo largo de la existencia humana: MI.

“MI”; lo que es mío, lo que me pertenece, lo primero que aprendemos desde pequeños y lo único que no perdemos de mayores: el yo, y lo que forma parte de mi persona. Pues bien, sin más preámbulos y filosofías absurdas sobre monosílabos, me gustaría incidir en lo que consideramos nuestro. Todo aquello que nos hace sentir y en lo que psicológicamente tanto se ha puesto de moda últimamente: la zona de confort.

Normalmente, esta designación se utiliza para hablar de aquello que nos hace sentir cómodos y no nos permite poder avanzar por miedo a perder esa comodidad. Personalmente, y supongo que muchos comparten esta posición, cuando lo que era tu zona de confort evoluciona a zona de conf-flicto, tiendes a buscar esa preciosa utópica franja de la que todos hablan. Es esa misma zona de conflicto la que muchas veces te mantiene anclada a ella, pues sientes que “le debes” el hecho estar ahí y que es tu responsabilidad evitar que no sucumba al desastre.

Pasados los años he conseguido aprender algo que muchos creen obvio pero que a mí me ha costado 20 años madurar: la separación personal, MI zona de confort. MI persona, MI, felicidad, MIS errores, MI responsabilidad, MIS objetivos y finalmente MI vida. La diferenciación emocional e individual de una zona de conf-flicto, que mantenía anclada una culpabilidad, que, al igual que las legañas de las 6 am, no me permitía buscar mi propia zona de confort.

Me di cuenta de que las entidades físicas; una cama, un edredón, un inodoro… son tan solo físicas, y que la zona de confort es todo aquello que me hacía sentir orgullosa de lo que había construido para mí, y no solo para mí, no penséis que el egocentrismo nubla mi mente, con esto incluyo las personas a las que decido dedicar mi atención, que al fin y al cabo también forman parte de mí.

Todo empezó sin planearse, sin visión de futuro, sin palabras, sin nada tangible. Todo siguió avanzando y de manera inconsciente, tan solo buscábamos aquello con lo que estábamos más cómodos, aquello que nos permitía vivir por y para nuestra felicidad personal, aquello que finalmente, se convirtió en una felicidad grupal pues partía de la individualidad. Sin pensarlo y sin darnos cuenta, a día de hoy, me choco con las puertas pensando que estoy en mi zona de confort pues he convertido en mi zona de confort todo aquello que me hace feliz, todo lo que me hace creer que “estoy en casa”, tan solo la sensación de hogar, pues hice de ti mi hogar.
 
 
Para todas las personas que forman parte de mi. S .

 

 

jueves, 21 de abril de 2016

#Desesperación #Cibernética

Reaccionamos vía Online a todo: “me gusta” ( J) si me saca una medio sonrisa, “me encanta” (<3) si realmente ha mantenido mi atención más que el corto periodo en el que mi dedo tarda en responder a al centro nervioso para continuar bajando la pantalla, bajando de manera automática como si esa información no hubiera pasado por mi corteza cerebral. “me enfada” si es algo con lo que no estamos de acuerdo o algo que nos sorprende negativamente: “alcen la bandera y expulsen a esos desviados que se quedaron a medias en lo que llaman diferenciación sexual” y ale, en dos segundos una lista de inconscientes aclaman cual medusas arrastradas por la marea esta propuesta que parece ser acorde con su ideología.

A día de hoy, 2016, podemos comprar, reír, informarnos, comunicarnos y hasta enamorarnos por internet. Aplaudo esta nueva era informática en la que no tenemos que molestarnos en salir de casa a comprar una lechuga porque el Burguer King ya tiene comida para llevar, o que ni siquiera tengamos que salir al hospital si tenemos dolor de tripa porque tenemos un consultor médico 24h con su Curriculum Vitae propagado de manera publicitaria en los márgenes de la web.
El internet es esencial caballeros, no se confundan, yo lo uso a diario. Mando mis caquitas de WhatsApp como todos y comparto videos graciosos en los que un lagarto parece sonreírme cariñosamente.

Sin embargo amigos, confío en el poder de la gente para animarte con un abrazo, confío en la voz de una persona desconocida que se siente cómoda para contarte que sale del hospital porque viene de revisarse un cáncer de mama, que se quita las gafas y se echa a llorar mientras te abraza porque en ese momento tú has sido esa persona con la que ha querido compartir su dolor y felicidad que se presentan equiparadas. Que se siente cómoda para decirle, a una simple estudiante de 21 años que le da todo lo que tiene en el monedero para colaborar contra el cáncer, dejando caer, torpemente, un certificado de la Cruz Roja, que es quien en este momento le está dando de comer.
Su empresa decidió despedirla por tener una teta amorfa. Qué cómico amigos y qué cruel pesareis, esta es la sucia realidad. No lo digo yo, ni las caquitas del WhatsApp, lo aseguro.

Reaccionen con “me gusta”, “me enfada”, con #alieresunaloca, #veteadormir, #paraquémadrugasparaesto, #ponteaestudiarfarmadeunavez, pero reaccionen señoras, reaccionen señores y hagan algo más que desplazar el dedo de arriba abajo para ver qué nuevo emoticono está de moda. Gracias =)



https://www.youtube.com/watch?v=6tssGleKFIE



lunes, 18 de abril de 2016

Una manzana ácida

"A veces la alegría aparece después de la tristeza o simplemente es la propia tristeza la que decide irse, cansada de dominar una mente que no ha sido creada para vivir con ella.
Cuando la tristeza se fué, se llevó con ella la venda que cubría sus ojos, sus largas pestañas.
Así fue como ella consiguió ver la realidad de su ser y de su existencia, la realidad de una felicidad que ella misma había creado inconscientemente mientras se refugiaba en la inestabilidad de sus curvas mentales. 
Curva tras curva había construido algo que por fin dio su fruto, una bonita manzana ácida que le llenaba el corazón de alegría cada vez que decidía morderla para recordar lo que había construido. Para recordar a donde había llegado y de quién estaba acompañada."

....madrizz....

jueves, 14 de enero de 2016

Te conozco


Ahora te conozco. Ha pasado el suficiente tiempo para decir que te conozco muy bien. Sé lo que haces, sé lo que pretendes y sé cómo te comportas. Sin embargo, aun situándome en el punto de la omnisciencia, no puedo pararte.
He luchado contra ti, he intentado dominarte y he dejado que me dominarás. Te he aceptado como compañera de viaje y he dejado que tomes la parte más enquistada de mí ser. Hay teorías que dicen que el beneficio empieza a llegar cuando dejas de preocuparte, de prestarle atención, de darle el papel prioritario en tu escala de valores. Esas teorías son ciertas, he podido comprobar cómo año tras año tu potencia se iba haciendo cada vez más pequeña y que cuanto más entendía el motivo de tu presencia menos hostias me dabas. Tan solo te limitabas, de vez en cuando, a decirme frases tales como: “eeeeh, sigo aquí, no me he ido y no me voy a ir”.
 Incluso cuando susurrabas, y me hacía la tonta aparentando que no me percataba de tu existencia, cogías un megáfono para reclamar atención. Atención inmediata, única y exclusiva. Solo podías ser tú, eres demasiado caprichosa como para dejar que te comparta. Soy tuya y solo tuya y vas a interferir en cada una de las decisiones que tome o que al menos intente tomar.
La manipulación no es algo que me agrade, desde que te conozco sé identificar cuando alguien pretende usarla, eso que me llevo. Me entreno para tomarlo con humor y esquivar los recursos manipulativos que algunos necesitan utilizar para sentirse queridos, para no sentirse solos. Por suerte, siempre te encargas de que actualmente mi único recurso seas tú, por mucho que intente que no lo seas, por mucho que intente dejarte escapar, liberarte y mirarte impasible desde fuera, eres tú.

…Posesiva, absoluta, perfecta y radiante en todo tu ser…