Ahora te conozco. Ha pasado
el suficiente tiempo para decir que te conozco muy bien. Sé lo que haces, sé lo
que pretendes y sé cómo te comportas. Sin embargo, aun situándome en el punto
de la omnisciencia, no puedo pararte.
He luchado contra ti, he
intentado dominarte y he dejado que me dominarás. Te he aceptado como compañera
de viaje y he dejado que tomes la parte más enquistada de mí ser. Hay teorías que
dicen que el beneficio empieza a llegar cuando dejas de preocuparte, de
prestarle atención, de darle el papel prioritario en tu escala de valores. Esas
teorías son ciertas, he podido comprobar cómo año tras año tu potencia se iba
haciendo cada vez más pequeña y que cuanto más entendía el motivo de tu
presencia menos hostias me dabas. Tan solo te limitabas, de vez en cuando, a
decirme frases tales como: “eeeeh, sigo aquí, no me he ido y no me voy a ir”.
Incluso cuando susurrabas, y me hacía la tonta
aparentando que no me percataba de tu existencia, cogías un megáfono para
reclamar atención. Atención inmediata, única y exclusiva. Solo podías ser tú,
eres demasiado caprichosa como para dejar que te comparta. Soy tuya y solo tuya
y vas a interferir en cada una de las decisiones que tome o que al menos
intente tomar.
La manipulación no es
algo que me agrade, desde que te conozco sé identificar cuando alguien pretende
usarla, eso que me llevo. Me entreno para tomarlo con humor y esquivar los
recursos manipulativos que algunos necesitan utilizar para sentirse queridos,
para no sentirse solos. Por suerte, siempre te encargas de que actualmente mi único
recurso seas tú, por mucho que intente que no lo seas, por mucho que intente
dejarte escapar, liberarte y mirarte impasible desde fuera, eres tú.
…Posesiva, absoluta, perfecta y
radiante en todo tu ser…
No hay comentarios:
Publicar un comentario